Pachín está sentado en las gradas con la mirada fija en el ring, donde se disputa el paso a la final de box de los Juegos Juveniles Nacionales de 2016. Pachín había llegado a Paute con otros amigos de su barrio, Mélida Toral, y boxeadores adolescentes del Guayas, en busca de una medalla. Se trata de algo más que un reconocimiento simbólico, una medalla significa una remuneración económica por parte de la Federación; un incentivo para cualquier chico, en especial para alguien como Pachín, que se gana la vida haciendo malabares en los semáforos. Pero él ya está eliminado, y lo único que le queda es ver si su amigo Anthony pasa a la final. Pachín sigue la pelea muy concentrado. «Es una escena superbonita, porque es como si estuviera orando para que gane su amigo», cuenta Ernesto Yturralde, realizador guayaquileño que ha acompañado a los dos en la escuela de box de la Trinitaria donde entrenan para filmar el documental Siguiente Round. Anthony no solo aseguró la plata, también quedó campeón y logró el K. O. más rápido de esa edición de los Juegos. Y su amigo Pachín está feliz por él.
Anthony y Pachín se conocieron tirándose piedras en una esquina. En Mélida Toral, barrio de la Isla Trinitaria, sur de Guayaquil, la violencia está normalizada, y los motivos de las peleas no siempre se esclarecen, como en este caso. Al día siguiente de la pedrada, Anthony llegó al gimnasio improvisado donde Pachín entrenaba box y se dirigió al profesor, Yecson el ‘Destructor’ Preciado: «Oye, boxeador, entrena bien a tus muchachos. Yo —dijo, inflando el pecho— le pegué a uno de los tuyos». Preciado contestó sin pensar demasiado: «Le pegaste porque le pegaste en la calle, en el ring él te pega a ti».
El ‘Destructor’, de palabras afiladas, lo estaba envolviendo, y Anthony aceptó el desafío. «Pero para pelear en el ring tienes que entrenar un par de semanas, así entenderás las reglas». Un año después, Anthony Reasco se ganaba su medalla de oro.
Se salvó la casa
En marzo de 2015, en Mélida Toral hubo un desalojo a gran escala. Una ley de asentamientos masivos había decretado cero tolerancia hacia las invasiones ocurridas desde 2010. Cinco años después, el gobierno intervenía Mélida Toral. Construyeron un malecón, pero también iban a desalojar a unas cuarenta familias. Todas las casas que serían removidas tenían un código marcado. Entre esas estaba la de Yecson Preciado, un boxeador retirado que entrenaba a dos chicos en su sala.
El Comité de Defensa de los Derechos Humanos del Guayas (CDH) preparaba una campaña audiovisual, que estaba filmando Yturralde. Pero Yitux —como lo conocen— quería hacer un video diferente, y se puso a buscar con Andrés Loor, el fotógrafo del Comité, a un personaje peculiar que ayudara a generar más empatía. Y armaron la campaña #trinitariaenpaz con Yecson.
Cuenta la leyenda —dice Yitux— que cuando la policía llegó a hacer los desalojos, le preguntaron a Yecson si él era el boxeador de los videos, y que cuando respondió que sí, le dijeron: Ya, tu casa se queda. «Lo cierto es que en las tomas del satélite en 2009 —antes de la vigencia de la ley— ya se veía la casa de Jackson». Aunque en su cédula diga Yecson, todos pronuncian así el nombre del ‘Destructor’.
Así empezó Siguiente Round.
Al acabar el trabajo para #trinitariaenpaz, Yitux y Loor siguieron visitando a Yecson, y pronto se sumaron otros dos camarógrafos, Kristian Estacio y Javier Saravia, que han continuado hasta el final. Más adelante, se incorporaría como productora Valeria Suárez. Ellos vieron crecer la escuela de box al mismo tiempo que su proyecto cinematográfico como si fueran una sola cosa.
De enseñar en su sala a dos chicos que se vendaban las manos con medias rotas, el ‘Destructor’ pasó al patio de una vecina cuando tuvo veinte estudiantes. Y apenas dos meses después del desalojo, autoridades del Ministerio del Deporte los contactaron con la idea de alentar la práctica.
La oportunidad de sus vidas
Yecson fue contratado como funcionario de la Empresa Pública de Entrenamiento de Alto Rendimiento para preparar a sus jóvenes. Lo llevaron a la Federación Deportiva del Guayas a aprender, por algo más de un mes, de los entrenadores cubanos que trabajan con los seleccionados provinciales.
Esa era una buena oportunidad. Con la misma picardía con la que había convencido a Anthony de que se uniera a su equipo, el ‘Destructor’ se acercó a los cubanos, y, refiriéndose a los seleccionados, básicamente les dijo: Yo tengo unos negros en Trinitaria que pelean mejor.
Cuando llevó a sus alumnos a probarse en la Federación, les dijo que esa era la oportunidad de sus vidas. «Y entonces esos pelados se treparon al ring y le sacaron la madre al que tuvieran en frente». Pelearon de tal forma —«No es mentira que ellos se trepan a cambiar su vida», dice Yitux— que el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) decidió convertir en escuela de box a la escuela de canotaje.
Ese fue el inicio del semillero.
Muestra, no lo cuentes
Hay una máxima de la narración que han puesto en práctica —hasta el cansancio— periodistas como Gay Talese, Tom Wolfe, Truman Capote y escritores como Chuck Palahniuk: Show, don’t tell (muestra, no cuentes). Es un reto que se pusieron en Siguiente Round, producción que, a diferencia de los documentales que estamos acostumbrados a ver, no tiene voz en off.
«Hay gente a la que le dicen “documental” y piensa en una cara hablando», suelta Yitux. Prescindir de la voz en off suena arriesgado, pero «¿para qué grabamos entonces dos años y medio?», se pregunta.
Entre otras cosas, dice el director, tanto tiempo de rodaje permite mejores posibilidades, como mostrar la otra cara de los chicos que hacen malabares frente a un semáforo para ganarse la vida, como Pachín. Por precario que sea el trabajo, es posible ver a Pachín divirtiéndose con sus compañeros. «Si pasas el tiempo suficiente, hasta que te consideran parte de su gajo, te permiten filmar otras cosas. Yo me divertía. Se retan entre ellos a ver quién consigue más plata. Viven una realidad superjodida, pero no están todo el día tristes como se cree».
En algún momento les resultaba difícil responderse por qué seguían grabando. En tiempos de delirio, Yitux y Valeria se sentaban a ver películas de referencia. Por ejemplo, Fighting for Peace. «Es en Río de Janeiro, y trata de una fundación británica que hace lo mismo que Yecson, pero en una ONG con un presupuesto gigantesco. Una vez les mandé un mail porque quería que fuera Fighting for Peace Trinitaria. Esa película se construye con un par de entrenamientos, un seguimiento de un mes, y de ahí puras anécdotas en las entrevistas. Puedo hacer cinco películas así», cuenta.
Pero la idea es que la película se narre de otra forma. «Habrá gente que se estrelle, que la ame, que la odie; pero tiene una estructura como de ficción: hay un inicio, un estado de equilibrio, un detonante y una conclusión».
«Creemos que la cámara es un catalizador. Los chicos son lo que son también por la cámara. Van a campeonatos con dos camarógrafos y una caña de micrófono de tres metros». El documental se ha nutrido del éxito de los muchachos del mismo modo que el éxito de los muchachos se ha nutrido de la existencia del documental.
Y aquello plantea un último reto, ya en la recta final de este proyecto audiovisual.
El año pasado, Siguiente Round obtuvo fondos concursables del CNCine para la postproducción. Ahora buscan recursos para la distribución en cines. Y han armado una campaña de crowdfounding en la página Catapultados, para poder cubrir el pago del VPF, una tasa de proyección y las copias de la película en formato DCP, para tener una imagen de calidad. «Queremos llegar a la mayor cantidad de gente, en el menor tiempo posible», es una frase que repite el equipo de Siguiente Round.
Y es importante que eso suceda rápido, no solo para el proyecto audiovisual, también para los protagonistas de la película. Lo ideal es que se estrene a inicios de 2018 «con una campaña masiva. Queremos que la peli sirva como catapulta, que los vean, que un promotor los encuentre, que se inspiren más y que de aquí pueda salir el próximo Carlos Mina. Antes de que los pelados terminen cargando cajas en el puerto, que es el destino de la mayoría de muchachos de la Isla Trinitaria: o son constructores, o tricimoteros o delincuentes o cargadores de cajas en el puerto».